Fue fundada por la beata María Antonia de la Paz y Figueroa, quien restableció en la ciudad la práctica de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.

En 1794 el virrey Vértiz y el Cabildo la autorizaron a construir un edificio para el gran número de ejercitantes. La casa fue obra de los alarifes Juan Campos y Antonio Masella.

Fue habilitada en 1799, año de la muerte de María Antonia.

Durante el siglo XIX se sumaron la casa de rehabilitación para mujeres y niñas, el colegio para ex- ternas y pupilas, y la casa de reclusas, construida en 1900.

De la construcción original se conserva el primer claustro con la capilla y la habitación donde murió la beata. Toda la construcción es de una arquitectura austera que testimonia el estilo del período virreinal.

El conjunto, cuyo ámbito más destacado es el claustro "de la Cruz", está integrado por tres claustros y seis patios, con celdas para las religiosas y para los ejercitantes y dos capillas públicas.

En el oratorio "Jesús Nazareno" se venera una impactante imagen de Jesucristo de origen cuzqueño, la del "Divino Salvador", la cual está vinculada con los claustros de los ejercitantes.

La casa es, actualmente, sede de la congregación de las Hijas del Divino Salvador, instituida allí en 1878, y de la Academia de Bellas Artes "Beato Angélico", que funciona en la antigua casa de reclusas.